
El camino hacia el éxito para los Oklahoma City Thunder no ha sido corto ni sencillo. Desde su última aparición en las Finales de la NBA hace más de una década, la franquicia tomó la difícil pero necesaria decisión de desmantelar su plantilla y comenzar de nuevo. Sin embargo, no se trató únicamente de cambiar jugadores, sino de algo más profundo: redefinir la identidad y la cultura del equipo. Traspasos de estrellas, reconstrucción de plantilla en más de una ocasión, derrotas dolorosas… todo ello ha llevado a OKC a proclamarse campeones de la NBA por primera vez en su historia con un equipo que sin duda puede marcar una época en la mejor liga del mundo en los próximos años.
Sam Presti: El arquitecto de un legado
La palabra “reconstrucción” se ha convertido en parte habitual del lenguaje NBA, muchas veces usada como eufemismo para el tanking o como cortina de humo. Pero en muy pocas ocasiones, como esta, representa un camino legítimo hacia el éxito. Desde su fundación, los Thunder habían sido una franquicia competitiva, con presencia casi constante en los playoffs. Pero tras la marcha de sus estrellas, Presti sabía que era necesario empezar de cero. Y no sería la primera vez que lo hacía.
Como GM, Presti fue quien eligió a Kevin Durant, y movió inteligentemente a Ray Allen y Rashard Lewis por activos que terminarían convirtiéndose en nombres como Serge Ibaka. Con solo un puñado de operaciones, armó a un equipo que llegó a las Finales de 2012. Y como en un juego de dominó, Ibaka fue clave para conseguir a Sabonis, quien luego facilitaría la llegada de Paul George y más tarde la de Shai.
La apuesta de Presti no fue impulsiva ni improvisada. Cada movimiento, desde las elecciones del draft hasta los traspasos clave, fue ejecutado con una idea clara: construir una cultura ganadora en Oklahoma City. Durante años, los Thunder priorizaron la formación de sus jóvenes promesas mientras mantenían flexibilidad salarial y coherencia en la filosofía de juego. Fue una paciente reconstrucción, alejada de los focos, pero sustentada por la convicción y la visión a largo plazo del proyecto.
Shai Gilgeous-Alexander: El corazón del proyecto
Entre todas las piezas que Presti fue ensamblando, Shai Gilgeous-Alexander ha sido, sin lugar a dudas, el pilar fundamental de esta nueva era. Desde su llegada a Oklahoma City como parte del traspaso de Paul George, Shai ha evolucionado de promesa silenciosa a superestrella indiscutible y líder absoluto.
Con una ética de trabajo inquebrantable, una capacidad técnica en constante evolución y una madurez fuera de lo común, el base canadiense ha llevado el peso del equipo durante los años más oscuros. Su ascenso no ha sido meteórico, sino artesanal, construido a base de entrenamiento incansable, aprendizaje y dedicación.
En 2025, Shai no solo ha sido el motor ofensivo del equipo, sino también su referente emocional y competitivo. Galardonado como MVP de la temporada y de las Finales, su impacto trasciende las estadísticas: ha redefinido lo que significa liderar. Su juego fluido, su dominio del tempo y su implacable defensa han marcado la diferencia en momentos clave, y su presencia ha elevado a todos los que lo rodean.

Shai Gilgeous-Alexander junto a su hijo en la celebración del título de los Thunder / Julio Cortez / AP
Jalen Williams y Chet Holmgren: La nueva élite
Detrás del brillo de Shai, otras dos figuras se han consolidado como pilares esenciales del éxito de Oklahoma: Jalen Williams y Chet Holmgren.
‘JDub’, un jugador polivalente y explosivo, ha demostrado ser uno de los robos más importantes del Draft de 2022 y en general de los últimos años. Capaz de crear juego, defender múltiples posiciones y aportar en ambos lados de la pista, se ha convertido en el complemento ideal para SGA. Su versatilidad ha sido clave en los momentos de mayor tensión, y su madurez competitiva lo ha catapultado al estatus de estrella emergente.
Por su parte, Holmgren ha mostrado esta campaña tras superar sus lesiones por qué fue elegido con una selección tan alta. Con una combinación única de tamaño, movilidad y visión de juego, junto a un notable tiro de tres, Chet ha sido un ancla defensiva y una amenaza constante en ataque. Su capacidad para proteger el aro, abrir el campo con su tiro exterior y adaptarse a diferentes estilos ha dado a los Thunder un equilibrio táctico imprescindible.
Una reserva de futuro: El arsenal de picks
Uno de los factores menos visibles pero más impactantes en esta reconstrucción es el impresionante arsenal de elecciones de Draft que aún conserva Oklahoma. Fruto de los traspasos de estrellas como Paul George, Russell Westbrook o Chris Paul, los Thunder poseen una reserva de más de una docena de picks de primera ronda para los próximos años.
Este capital no solo les permite seguir sumando talento joven, sino que también les otorga una enorme flexibilidad para futuros movimientos: desde traspasos por veteranos hasta subir posiciones en el Draft o absorber contratos sin comprometer el núcleo actual. Con esa cantidad de recursos, Sam Presti tiene en sus manos la posibilidad de mantener a Oklahoma en la élite durante al menos una década, alimentando continuamente el proyecto sin hipotecar el presente.
Mirando hacia el futuro
Con una plantilla joven, profunda y talentosa, los Thunder no solo han ganado un campeonato, sino que han sentado las bases para una dinastía potencial. Jugadores clave como Shai Gilgeous-Alexander, Jalen Williams o Chet Holmgren, junto a un cuerpo técnico innovador, aseguran un presente brillante y un futuro aún más prometedor.
Este título es solo el comienzo de una nueva era para la franquicia. Un peldaño hacia nuevas conquistas, nuevas metas y nuevos retos que se enfrentarán con la misma convicción que los llevó hasta aquí. OKC ya es historia de la NBA y quiere seguir agrandando su legado en los próximos años.