
Los sanitarios extremeños ya tienen quien les cuide. Son los llamados profesionales guía, hay 19 en la región y están repartidos entre … las ocho áreas de salud. Su número difiere de una a otra en función de su dimensión geográfica y número de sanitarios. Por ello, por ejemplo, hay tres profesionales guía en Badajoz y solo uno en Coria.
Todos ellos son trabajadores igualmente del SES y su labor se ha concretado y potenciado en los últimos meses para hacer frente a una realidad complicada en la región que lejos de amainar va a más.
En lo que va de año ya se han contabilizado 74 agresiones en centros de salud y hospitales, casi la mitad de las producidas en 2024, cuando se registraron 168, un número notablemente superior a las 129 agresiones que se produjeron en 2023 y las 89 del año anterior. Cifras que, como ha puesto de manifiesto la consejera de Salud, Sara García Espada, «confirman la urgencia de actuar ante un fenómeno creciente que afecta al personal que cuida de nuestra salud».
Para enfrentarlas la Junta ha puesto en marcha una nueva guía del profesional ante las agresiones a sanitarios. Un recurso diseñado de manera expresa para dotar al personal del SES «de un protocolo claro y eficaz» frente a cualquier episodio de violencia en el ámbito laboral, que busca sobre todo ofrecer apoyo estructurado y directo a los profesionales guía, quienes son la referencia inmediata para el trabajador agredido.
«Actuamos desde el minuto cero, desde el momento en el que tenemos constancia de que un compañero ha sufrido una agresión, física o verbal, nos ponemos en contacto con él», explica José Antonio Sánchez García, el profesional guía del área de salud Coria que es el que cuenta con mayor experiencia en Extremadura.
Esta figura no es nueva en la región, porque se creó y puso en marcha hace cuatro años con la idea de que cada área sanitaria contara con un guía. «Sin embargo, lo cierto es que no ha sido hasta hace dos años, con el cambio de gobierno cuando ha empezado a funcionar», dice el doctor José Antonio Sánchez. «Yo llevo cuatro años como profesional guía, desde la creación de la figura, pero hasta hace dos no sabía si había otros, ni nos conocíamos ni había coordinación entre nosotros».
Si la figura surgió con el objetivo de contar con un profesional en cada una de las ocho áreas de salud, la tendencia violenta en centros de salud y hospitales ha llevado al SES a elevar su número inicial hasta los 19, a definir su labor y a dotarles de un protocolo de actuación.
Registro obligatorio
El documento, elaborado en colaboración con los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado, incluye estrategias preventivas, como la mejora de la comunicación con pacientes y la detección temprana de situaciones de riesgo, pero también protocolos de actuación inmediata, con instrucciones claras de denuncia, protección y asistencia.
«Antes el sanitario agredido se encontraba solo, ahora no», resume el profesional guía del área de salud de Coria. «Ahora el trabajador que sufre una agresión tiene que recoger los datos del supuesto agresor, las circunstancias en las que se ha producido el conflicto y hacer llegar la información a Recursos Humanos», cuenta José Antonio Sánchez.
Desde este departamento se ponen en contacto con el profesional guía. «En mi caso, llamo al agredido, le pregunto cómo está y le ofrezco de manera inmediata apoyo psicológico; si lo necesita, en menos de cinco días se le atiende».
Además, «igualmente desde el minuto cero le doy el número de teléfono al que contactar para contar con asistencia jurídica; un recurso que permite contar con este servicio las 24 horas del día los 365 días del año y, acto seguido, me pongo a su disposición para tramitar la baja por accidente laboral».
De hecho, esta es una de las cuestiones más destacadas del nuevo protocolo, que ya se ha comunicado a los 20.000 empleados del SES, según ha informado la consejera de Salud. «Este recurso es un antes y un después en la forma de abordar cualquier agresión en el ámbito sanitario, ya que se considera un accidente laboral y así se protegerá todo lo que antes se entendía que no tenía protección».
La nueva guía establece que todas las agresiones sean registradas y notificadas a la Consejería de Salud y Servicios Sociales, «eliminando el carácter voluntario que hasta ahora tenía esta notificación y mejorando así la capacidad de respuesta y análisis de los casos».
Se da respuesta así también a una reivindicación de los sindicatos sanitarios, que venían reclamando que «las agresiones se denuncien como accidentes de trabajo, para disponer de unas estadísticas reales que ahora no tenemos», reclamó Emilia Montero, responsable de sanidad de CSIF. «Disponer de unas estadísticas reales es imprescindible para conocer de verdad la situación a la que nos enfrentamos y poner las medidas preventivas oportunas», agregó.
«Es fundamental que se registren las agresiones, todas las que se producen para conocer la realidad de la situación y avanzar en las medidas, por eso este protocolo supone un paso muy importante», valora José Antonio Sánchez, que recuerda también que en el caso de los médicos, el colegio cacereño ofrece igualmente asistencia jurídica.
Para el profesional guía de referencia en Extremadura el paso dado es, sobre todo, un avance en la humanización. «Hasta ahora las actuaciones se han centrado en humanizar la asistencia al paciente, pero ahora se trabaja también para humanizar la asistencia al sanitario, para que ya no se sienta solo en un conflicto».
Un observatorio para situar en el mapa las ‘zonas calientes’
La Consejería de Salud ha puesto en marcha el llamado ‘botón del pánico’ para que los sanitarios puedan contactar con las fuerzas y cuerpos de seguridad ante una agresión, ha establecido un nuevo protocolo de actuación, obliga a comunicar todas las agresiones que se produzcan, registrarlas como accidentes laborales y potencia la figura del profesional guía y, con ella, la atención a los que sufren violencia en su ámbito laboral.
Pero aún resta la creación del observatorio de agresiones que vienen reclamando los sindicatos sanitarios y los profesionales. El objetivo es contar con un mapa que permita conocer dónde se producen las agresiones, los perfiles de los agredidos y los agresores para conocer así los puntos más conflictos y analizar las causas de un problema que va a más. «Necesitamos saber cuáles son las zonas calientes para actuar», defiende Emilia Montero, responsable de sanidad de CSIF. «Es necesario el observatorio para hacer un estudio detallado de la situación para poder atajar el problema», zanja José Antonio Sánchez, profesional guía de Coria.