
“No podemos dejar estas amenazas para la próxima generación. Si no actuamos ahora, no habrá próxima generación”, afirmó el primer ministro israelí Benjamin Netanyahu tras el decisivo ataque al corazón del programa nuclear de Irán. Benny Gantz, opositor centrista del premier, recordó: “En estos momentos históricos, nos mantenemos unidos tras el estamento de defensa, y quiero mandar fuerza al liderazgo político”.
Para los israelíes, esta es una cuestión de vida o muerte. En el estado judío prevalece el consenso de que tarde o temprano había que neutralizar la intención de Teherán de obtener bombas atómicas. Igual que tras el ataque de Hamás del 7 de octubre de 2023, la población también cierra filas.
Desde la Revolución Islámica de 1979, el régimen de los ayatolá siguen obstinados en destruir Israel
Desde el triunfo de la Revolución Islámica (1979), el régimen de los ayatolá sigue obstinado con la destrucción del “régimen sionista”. Durante décadas, Irán ha utilizado cuatro convulsos territorios de Oriente Medio -Líbano, Siria, Palestina y Yemen- como plataforma para atacar a Israel, donde ha invertido incontables recursos mientras su población agoniza económicamente.
No obstante, la estrategia de construir un “anillo de fuego” alrededor de Israel solo conllevó muerte, destrucción y caos a estos países. Por su debilidad política y militar, Hizbulá ya anticipó que no responderá desde suelo libanés al ataque israelí en Irán. Desde Siria, el presidente interino Ahmed al-Shara aclaró tras tumbar al régimen de Bashar al-Assad que no quiere problemas con el ejército más poderoso de la región.
El ataque del viernes ha sido un golpe devastador un cambio en las reglas de juego
La operación conjunta de las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) y los servicios secretos del Mossad de la madrugada del viernes 13 de junio supone un cambio en las reglas del juego. La dimensión del golpe fue devastador: en cuestión de minutos, se dañaron instalaciones nucleares -incluida la centrifugadora de Natanz-, defensas antiaéreas, fábricas de armamento y se liquidó a los principales líderes militares y científicos en Irán.
En una operación de película, el Mossad volvió a demostrar que juega en otra liga. Los agentes hebreos se infiltraron en territorio iraní, construyeron una base secreta, contrabandearon armamento preciso, y activaron drones que lograron neutralizar las maltrechas defensas antiaéreas iraníes. Todo mientras el liderazgo iraní dormía plácidamente en sus residencias, que fueron impactadas por los ataques.
En octubre de 2024, los cazas de las FDI neutralizaron buena parte de las baterías de defensa en Irán, en represalia por el segundo ataque con drones y misiles balísticos sobre Israel. Como con la operación de los beepers, los aparatos de comunicación usados por Hizbulá que estallaron simultáneamente e hirieron a miles de combatientes, el ingenio de la inteligencia hebrea fue decisivo para allanar el terreno para el posterior golpe militar.
“Irán debe aceptar un acuerdo antes de que no les quede nada”, alertó Donald Trump, que considera que “los próximos ataques serán todavía más devastadores”. Ante la incógnita de si la operación israelí se hizo coordinadamente con el Pentágono, medios israelíes apuntan a que se informó previamente a EE.UU., aunque su ejército no participó en la operación.
De momento, los 100 primeros drones disparados por Irán hacia Israel han sido neutralizados. La colaboración de Jordania ha vuelto a ser decisiva: pese a las condenas públicas, en privado el “mundo árabe moderado” celebra el declive del régimen de los ayatolás. La población israelí está en alerta máxima -cerca de los búnkeres-, y la incógnita es si Irán todavía puede sorprender militarmente y causar daños mayores.
El ataque inutiliza la reunión prevista para domingo entre iraníes y estadounidenses
El tiempo elegido beneficia a Netanyahu. Este domingo, oficiales de Washington y Teherán volvían a reunirse en Omán, con intención de reconducir la vía diplomática para limitar el programa nuclear iraní. Los enviados de Trump no mostraban demasiado optimismo, y el presidente estadounidense avisó de que un ataque de Israel “podría llegar próximamente”. Ahora ya no hay nada que negociar.
Con este as guardado bajo la manga, Netanyahu finiquitó de un plumazo la crisis política abierta en Israel. Los dos partidos ultraortodoxos que le sostienen en el poder amagaban con abandonar el gobierno, ante las complicaciones que supone postergar la exención de la que gozan miles de jóvenes ultraortodoxos. Mientras unos pueden estudiar la Torá a tiempo completo, decenas de miles de soldados y reservistas son continuamente movilizados en los múltiples frentes, en una estrategia de guerra eterna que parece no tener fin. Por ahora, la crisis queda enterrada.
Tampoco se hablará los próximos días de Gaza, donde los bombardeos de las FDI siguen matando diariamente a civiles gazatíes, exhautos y hambrientos tras 20 meses de una ofensiva militar devastadora. El llanto desesperado de los familiares de los 56 israelíes que Hamás se niega a devolver se diluirá, mientras el grupo islamista que todavía controla parcialmente Gaza seguirá sacando rédito de la agonía de su propia población. Netanyahu gana. ¿Israel, también?